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Escrito por: Abg. Tomás Mersán
La maldición de los “hombres Marlboro”

¿Quién no recuerda al cowboy Marlboro?

Siglo XXI. Año 2020. Quizás, no muchos lo recuerden.

En todo caso, ¿quién era el cowboy Marlboro?

El vaquero Marlboro fue una de las figuras publicitarias más reconocidas en el mundo del tabaco (fenómeno parecido a Ronald McDonald’s en el mundo de las hamburguesas), durante varias décadas del siglo pasado. Un personaje que protagonizó un sinfín de cortes publicitarios para la marca de cigarrillos de la gigante tabacalera norteamericana Phillip Morris.

En sus distintas ediciones producidas, el personaje aparecía fumando un cigarrillo de la marca, con paisajes dichosos y venturosos. Varios actores personificaron al famoso cowboy, que por mucho tiempo mantuvo a Marlboro como una de las marcas más valiosas en el mundo del tabaco.

Con el correr del tiempo, sin embargo, ocurrieron algunos curiosos (y trágicos) hechos que fueron posteriormente catalogados como “la maldición de los hombres Marlboro”. Varios de los actores que dieron vida al afamado cowboy terminaron muriendo por causas relacionadas al consumo del tabaco: cáncer de pulmón, insuficiencia pulmonar crónica, entre otras.

Estos irónicos hechos, naturalmente, dieron lugar a polémicas relacionadas al tabaco, campañas para reducir su consumo, así como políticas públicas tendientes a concientizar a las personas respecto de los problemas vinculados al hábito de fumar. En suma, “la maldición de los hombres Marlboro” avivó el fuego del debate sobre los perjuicios de este vicio, y sobre las potenciales soluciones a este problema, que se volvió de interés público.

Impuesto Selectivo al Consumo y fumadores (pasivos)

A todo esto… ¿qué tienen que ver los impuestos con el hábito de fumar?

Y más importante aún… ¿a quién le importa?

Vayamos por parte.

Primero. Impuestos y tabaco.

Algunos de los esfuerzos gubernamentales para hacer frente a los problemas de salud provocados por el hábito de consumir tabaco, fueron apuntalados en la forma de impuestos. Varios países del mundo (incluyendo el nuestro) gravaron el consumo del tabaco como forma de incidir en los “incentivos” de las personas, quienes, como consecuencia del impuesto, se encontrarían con un precio más alto del producto. Ante precios más altos, menor consumo. Esto se conoce como la “función extrafiscal” de los impuestos. Es decir, un propósito más allá del fiscal (recaudar fondos para el Estado).

A este tipo de impuesto en nuestro país se lo denomina Impuesto Selectivo al Consumo (ISC), y grava el consumo (técnicamente, en realidad, la venta) de varios productos, incluidos los cigarrillos, alimentos con altos índices calóricos, bebidas alcohólicas, entre otros.

Como se habrá imaginado, el principal propósito de este impuesto es desalentar el consumo de estos productos considerados perjudiciales para la salud, y por ende, para la sociedad. Adicionalmente, es tiene como función la de recaudar fondos para el Estado. Y si entendemos que este tipo de productos daña la salud, entonces tiene sentido y lógica recaudar fondos para tener sistema de salud mejor preparado. El destino de los fondos es, sin embargo, una discusión más compleja y polémica.

Segundo. ¿Por qué es importante?

La importancia de este impuesto radica en que tiene una poderosa capacidad de influir en el comportamiento de los habitantes de una sociedad, con un sencillo ajuste (la tasa) que influya en el precio, y que por ende motive o desmotive su consumo.

Y por supuesto, la -modificación de la- conducta de los demás, es un problema que nos incumbe a todos. ¿O acaso (si usted no fuma, claro) nunca se molestó con un fumador que, dentro de un mismo ambiente, la convirtió en una fumadora pasiva con potenciales riesgos para la salud?

El ISC tiene la valiosa capacidad de influir directa e indirectamente en el comportamiento de los demás, en el comportamiento de la economía, y en el funcionamiento de la sociedad. En puridad, todos somos “fumadores pasivos” del ISC. Su aumento o disminución, nos afecta. Nos guste o no; incluso si esto nos pareciera irrelevante.

Este impuesto tiene la capacidad de estimular el contrabando (si la tasa del impuesto es muy alta) o la de incentivar el consumo (si la tasa es muy baja), como vimos. Prueba de ello es el contrabando de frontera entre Paraguay y Brasil. En nuestro país la tasa es baja (18 – 24 %) en comparación con lo que ocurre en el país vecino (60 %). Cuando Brasil fija una tasa alta que provoca el aumento excesivo del precio, el consumo informal tiene las condiciones dadas para operar. Bienvenido el contrabando.

En contrapartida, varios Estados, incluido el nuestro, han adoptado medidas para alentar el consumo y reactivar la economía durante la pandemia, reduciendo temporalmente las tasas del ISC.

En definitiva, el ISC es una pujante herramienta de regulación de comportamiento que muchas veces pasa de largo, y cuya función extrafiscal puede conllevar a cambios fundamentales en nuestro actuar, como el atractivo (pero perjudicial) hábito de fumar un cigarrillo.

Al fin de cuentas, nadie quiere formar parte del exclusivo club de los “hombres Marlboro”… ¿o sí?

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