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Las empresas familiares desempeñan un papel muy importante en la economía paraguaya. Se estima que más del 80% de las empresas en el país son empresas familiares, lo cual las convierte en la columna vertebral de la economía nacional. Estas empresas generan empleo, impulsan el crecimiento económico y contribuyen significativamente al desarrollo del país.
Con el pasar del tiempo, las empresas familiares van enfrentando una serie de desafíos que son propios del paso generacional, entre los que se incluyen: conflictos de intereses, sucesión de autoridades, falta de profesionalización, gestión financiera de la empresa, identificación de talentos, etc.
Los datos globales muestran que solo un 30% de las empresas familiares alcanza la segunda generación, un 15% alcanza la tercera, y tan solo el 1% llega a la cuarta.
Ante este escenario, las empresas familiares deben buscar alternativas para subsistir en el tiempo, lo cual conduce a recurrir a figuras legales establecidas en la normativa paraguaya, tales como la fusión o la escisión.
La fusión es una figura legal que contempla la posibilidad de unir dos o más sociedades independientes en una sola entidad. Esta operación se realiza mediante un proceso legal que implica la combinación de los patrimonios (activos y pasivos) de las empresas fusionadas a la entidad resultante.
La escisión, por el contrario, es una figura que implica el desprendimiento patrimonial de una sociedad en otra (u otras) separada e independiente de la que le dio origen. Este proceso también se realiza mediante la transferencia de parte del patrimonio de la empresa original a la empresa (o empresas) resultante del proceso.
Piénsese, por ejemplo, en un grupo de tres sociedades del rubro inmobiliario, que se encuentran controladas por tres hermanos, que en su conjunto son propietarios de treinta inmuebles. Luego de tomar el control de las empresas, los hermanos tienen opiniones divididas respecto del rumbo de las compañías. Por lo tanto, deciden distribuirse equitativamente los bienes.
Esta situación nos obliga a pensar en alternativas legales.
Una opción sería que las sociedades transfieran directamente los bienes a cada uno de los hermanos. Sin embargo, esta opción trae implícita una carga tributaria que puede terminar por desalentar la operación. Otra opción podría ser la transferencia de las participaciones en las empresas entre sí, pero además del costo impositivo, muchas veces no es posible distribuir equitativamente las acciones con base en el valor de los activos.
Es precisamente en estos casos donde las figuras de la fusión y la escisión son fundamentales.
Esto se debe a que. esencialmente, las transferencias realizadas en el marco de una reorganización de empresas, a través de las figuras de la fusión y la escisión, se encuentran expresamente exoneradas de tributos nacionales. A diferencia de lo que ocurriría con una simple transferencia de las propiedades, que estaría gravada. Este simple, pero altamente conveniente, beneficio fiscal trae -naturalmente- consigo un incentivo económico para poder llevar adelante la operación bajo esta alternativa.
De esta forma, a través de las figuras de la fusión y la escisión, en el ejemplo utilizado, los hermanos podrán disponer de los bienes que les corresponden sin haber soportado los altos impactos fiscales de las transferencias de propiedades. Finalmente, con esta fórmula jurídica, cada uno podrá seguir por su camino conforme su propia visión de negocios.